A finales de la década de 1960, un investigador propuso que la introducción de remuneraciones externas, como el salario, por un esfuerzo que antes tenía una remuneración interna por el placer que se derivaba del trabajo en si, tendría por resultado una disminución en la motivación general.
“Agregar recompensas extrínsecas por una conducta que antes tenia una recompensa intrínseca, tiende a disminuir el grado general de motivación”.
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